Hay un cántaro por llenar en las raíces de tus manos pendulares y mis
manos-cresta-de-gallo.
Hay un vaso manchado de vino seco,
y el ruido,
aquel el borboteo febril de mi sangre al oler tus pasos
es hoy un lodazal
un cuaderno de hojas arrancadas
un gato olvidado en la noche fría de la memoria.
