
Nadie nos enseñó a bailar como lagartijas
nosotros jinetes equilibristas de la risa
sedientos de ahora y de verano
y los profesores lagartos tristes con sus libros de texto.
Aprendimos todas las guerras
pero no el misterio espiral de los caracoles,
las multiplicaciones olían a podrido y
nunca pudimos aprender el deporte amarillo de los chimpancés.
Nadie nos descubrió la matemática de la risa
y a nosotros nos saltó en el pecho
manantial agradable de secretos y cosquillas
éramos puñados rojos y verdes
olor a nocilla o a tarde
las sillas y los pupitres se llenaban de césped con nuestras ganas
y qué cara de acelga el profesor cuando nos encontraba emperadores de la risa
con su tiza escuálida en la mano
intentando apartar de nuestras bocas el rocío
poner en nuestro horizonte una casa agradable
que no miráramos más allá
de nuestras posibilidades de mueble.
Nunca más allá de nuestros padres,
los libros herméticos como cuchillas
el mapa del mundo empieza y acaba en España
no hay futuro más allá de lo mediocre
la única esperanza es la rutina.
(De mi libro Ojo y ventana, 2014, https://jorgegarciatorrego.com/ojo-y-ventana/)