Hace 6 años apareció un libro llamado Cercanías. Fue mi segundo libro, estaba yo a estallar o estallando de amor y felicidad y fue en mi admirada editorial Baile del sol. En la misma editorial en la que habían publicado, entre otros, Ana Pérez Cañamares o Gsús Bonilla pero, sobre todo, mi admirado y querido Roque Dalton. Imaginad mi alegría. Y en esta ceguera feliz no se me ocurrió otra cosa que pedirle el prólogo a uno de mis poetas preferidos, en ese momento, seguramente, el que más.
Para mí Neorrabioso /Batania fue una gran vía de descubrimiento en este mundo de la poesía. Pensé que no se podía mezclar la metáfora aventurera con la realidad actualísima pero sí, ese hallazgo es posible y Batania ha dado cuenta de ello muchas veces. Lo sagrado del lenguaje más elevado con lo sagrado, también, de la cotidianidad más fresca. Qué fácil es decirlo y qué difícil es conseguir esta alquimia.
Para mí fue muy importante aquel prólogo, aquella opinión positiva desde alguien que no solo escribía poemas que me motivaban, sino que había leído tanto y que me decía: «chaval, vas bien, sigue escribiendo». Y aquí sigo, 6 años después, buscando nuevas vetas, nuevos elementos químicos y nuevas vivencias para hacer poemas. Siempre le estaré agradecido.