Calvario 0

Septiembre 2004
Junio 2020


Afortunadamente, ya tengo otra excusa para hacer el tonto y reírme de mí mismo. Porque el no tener flequillo tiene un pase y puedes jugar con ello, pero al afeitarme la cabeza un mundo de posibilidades se abre delante de mí. Si lo llego a saber me pelo antes, la de bromas y coñas que se ha perdido el mundo. Aún así, hay gente que se acerca a mí y, sin un pelo de vergüenza, me recomienda que me ponga pelo en Turquía, que me ponga un bisoñé o cualquier otra posibilidad estrambótica. Con lo fácil que es el no tener. El desapego de la calvicie, por favor, qué tranquilidad, que tacto y qué no necesidad de acomodar algo para gustar. Es así, no hay pelo, no hay nada que acomodar. ⁣ ⁣
Sin embargo, hubo un tiempo en el que mis manos podían hacer una coleta sin apenas dificultad, en la que mis ondulaciones capilares, combinadas con un buen combo de champú-acondicionador, hacían de mi cabeza un mundo de posibilidades a la espera de que una mañana rebelde o un viento curioso me dejaran el pelo con formas curiosas. Y a mí me gustaba, de hecho. ⁣ ⁣
Pero unos cientos de mañanas con pelos en la almohada después, aquí estamos. Y, comparando estas dos etapas, la con y la sin, me quedo con la sin. También es verdad que no me queda más narices, pero, después de 33 años en este mundo de pelos y pieles, me he dado cuenta de que, a aquellos y aquellas que me han hecho más feliz les importa bien poco la longitud de mis pelos de la cabeza y sí la capacidad de reírnos juntos.⁣ ⁣
Por lo tanto: amigos, amigas, queridos todos, preparaos para un mundo nuevo de coñas sin pelos en la lengua. ⁣ ⁣